martes, 12 de agosto de 2025

ESTO NO LO QUIERO

 


ESTO NO LO QUIERO

Por:
Felipe Cantarino Santillana    

Antes tragaba demasiado. Por educación, por miedo, por aguantar, por encajar en lugares que no eran míos. Me callaba lo que pensaba y aceptaba lo que no quería porque creía que así todo sería más fácil. Me equivocaba. Cada vez que cedía, me borraba un poco más, y un día me di cuenta de que casi no quedaba nada.

Ahora no. No porque me crea mejor que antes, sino porque ya he pagado demasiado caro sostener lo que no merecía ser sostenido. No acepto la autoexigencia que me quiere productivo hasta cuando duermo, ni las sonrisas que no siento, ni las conversaciones que no llevan a ningún sitio, ni los “¿cómo estás?” que son puro trámite social. Dejar de tragarse estas cosas no es rebeldía vacía, es salud mental. Es enseñarle al cuerpo que no debe acostumbrarse a lo que lo envenena.

No lleno mi agenda de compromisos que me alejan de lo que importa, no me siento en reuniones donde todos fingen, no me quedo en relaciones que me obligan a actuar. No acepto el “tienes que estar bien siempre”, ni el “no lo pienses tanto”, ni el “sé fuerte” cuando lo que necesito es llorar. Fingir roba tiempo, y el tiempo es el único recurso que no se recupera. Cada minuto invertido en mantener una máscara es un minuto robado a la vida real, y el reloj no espera.

No me comparo con vidas inventadas en pantallas, no me culpo por descansar, no me avergüenzo por querer algo distinto. No escucho consejos de quien nunca ha pisado el barro que yo he pisado, no cargo expectativas que no firmé y no me dejo moldear por patrones que otros dibujaron.

Porque cada vez que me tragaba todo eso, me tragaba a mí. Y no. Ya no. No lo negocio, no lo justifico, no lo explico para que encaje en la mente de otro. Elijo. Y lo que elijo es vivir sin tragarme mi verdad para no incomodar.

No tienes que cambiarlo todo hoy, pero puedes encender la mecha: decirlo, escribirlo, gritarlo si hace falta. Porque la primera vez que dices “esto no me lo trago más” es la primera vez que respiras sin deuda. Y esa respiración ya es el principio de una vida nueva.