lunes, 13 de octubre de 2025

EL PODER DE ELEGIR

 



EL PODER DE ELEGIR

Cuando decidir es volver a ti (y sostener lo que eliges)

por
Felipe Cantarino Santillana

Elegir parece simple, pero no lo es.

A veces creemos que decidir es cuestión de pensar con calma o de escuchar al corazón, pero no siempre tenemos acceso a esa calma ni a esa claridad.
La mente no siempre elige desde la libertad; a menudo lo hace desde el miedo, desde la costumbre o desde heridas que aún no entendemos.

En el fondo, decidir no es un punto de partida, sino un logro y llegar a hacerlo con conciencia implica haber aprendido a distinguir entre lo que deseas y lo que repites, entre lo que eres y lo que heredaste.

Cada decisión, incluso las pequeñas, deja huella y moldea quién eres, marca el rumbo y revela lo que realmente valoras, aunque no siempre sea lo que dices que valoras.

Y sí, elegir también duele.

Porque elegir implica renunciar y toda renuncia es un pequeño duelo.
Un duelo que aceptamos voluntariamente, un adiós a las vidas que no viviremos y a los caminos que dejamos atrás. Ahí, justo ahí, está el valor.

No se trata sólo de acertar, sino de asumir un compromiso con lo que eliges.
Porque lo que hace que una decisión tenga sentido no es si salió bien o mal, sino que fue tuya. Tuviste el coraje de decir: “esto sí, lo demás no”, sabiendo que la certeza nunca es completa.

Elegir es recuperar el timón (siempre que el timón sea tuyo)

Elegir es un acto de poder, pero no del poder que impone, sino del que se hace responsable.

A veces creemos que al decidir recuperamos el mando de nuestra vida, pero eso solo es cierto cuando la elección nace de la claridad, no de la carencia. De lo contrario, lo que llamamos “decisión” no es más que una reacción disfrazada de libertad.

Por eso, no todas las decisiones son libertad, muchas son solo mecanismos de supervivencia con nombre poético.


Antes de decidir, vale la pena preguntarse:

  • ¿Estoy eligiendo desde la conciencia o desde la necesidad de calmar una emoción?

  • ¿Desde el deseo genuino o desde el miedo a quedarme quieto?

Porque no toda acción es avance y no toda calma es parálisis.

Cuando eliges de verdad, algo cambia, tu forma de hablar, de mirar, de caminar y la manera de relacionarte contigo y con los demás. Elegir es una forma de decirle a la vida:


“Ya no huyo de ti, camino contigo.”


No se trata de acertar, se trata de asumir, de elegir sin garantías de aciertos.
De hecho, a veces elegir duele tanto que parece retroceso, pero incluso ese dolor tiene valor, es la señal de que estás vivo, de que estás sosteniendo tu historia en lugar de huir de ella.

La claridad no llega antes del paso; llega mientras caminas.

Por eso, no busques elegir perfecto: elige el presente, porque elegir no es tener certezas, es atreverte a moverte sin ellas y en ese instante, cuando das un paso con el alma temblando, estás inaugurando una forma distinta de libertad:
la de quien ya no necesita garantías para avanzar.

Para cerrar…

Tal vez hoy no se trate de elegir lo correcto, sino de atreverte a elegir, dejar de esperar el momento ideal y permitirte aprender mientras caminas. Entender está bien, pero entender sin actuar es otra forma de quedarse quieto en el fuego.

No olvides esto, no toda decisión es buena, pero toda decisión consciente te enseña algo sobre quién eres. La madurez no está en elegir perfecto,
sino en sostener lo elegido sin huir de las consecuencias.


Una reflexión final

La elección no siempre te libera al instante, demasiadas veces lo normal es que te rompa primero, pero sólo quien se atreve a romperse puede reconstruir su mundo y su vida con intención.