miércoles, 8 de octubre de 2025

TE ESPERO EN LA CIMA


TE ESPERO EN LA CIMA.

Por:
Felipe Cantarino Santillana

A veces el crecimiento no se parece a una ascensión; se parece más a una huida lenta del infierno. Pero en cada paso, incluso en los torpes, hay algo sagrado: la voluntad de seguir vivo. No hablo de éxito ni de montañas conquistadas. Hablo del instante en el que te das cuenta de que seguir respirando ya es una forma de victoria.

Dicen que para salir del infierno hay que dar un paso en cualquier dirección. Yo lo dí, sin mapa, sin garantía, sin aplausos. Solo tenía el fuego detrás y una gran incertidumbre por delante. Caminé porque quedarme quieto dolía más. Avanzar no fue sólo una elección valiente, fue un reflejo de supervivencia, fue el momento exacto en el que algo dentro de mí decidió seguir vivo.

Con el tiempo descubrí que “dar un paso” no era heroico. A veces significaba levantarse de la cama, responder un mensaje o admitir que necesitaba ayuda. Ninguna epicidad, solo biología, psicología y coraje.

El suelo aún ardía cuando di mi primer paso y fue entonces cuando entendí que el infierno también educa. Me enseñó a distinguir lo que importa de lo que simplemente pesa, a reconocer el valor de la calma y al atravesar lo más duro, dejé de confundir ruido con vida y en ese silencio nuevo apareció algo inesperado: claridad.

Aprendí que a veces lo único que separa a quien se ahoga de quien salva a otro es haber aprendido a flotar. No porque uno sea más fuerte, sino porque ya se hundió antes. No me volví sabio con títulos en resiliencia; sino que curé las cicatrices que me enseñaron dónde están las piedras con las que seguro vas a tropezar. Gracias a eso puedo avisar y prevenir a otros. Ahora cuando veo a alguien caer, reconozco en su mirada mi reflejo. Sé que no necesita consejos, sino compañía y esperanza.

Un día me di cuenta de que podía ayudar a otros a salir de sus infiernos. No sólo es una cima, el verdadero objetivo es aprender a mirar hacia atrás y adelante sin miedo. Cada persona puede subir una misma montaña por lados diferentes; el viento sopla igual para todos, lo que cambia es el peso de la mochila y las razones para seguir subiendo.

En ese camino de ascensión hay que aprender a no temerle al eco de los propios pasos.

He comprendido que mi dolor sólo puede tener sentido si sirve para ayudar a alguien más. No busco que sigan mis huellas, sino que comprendan que todo es posible con las tuyas propias. Yo he asimilado que cada paso que doy, incluso ahora, sigue siendo parte del mismo ascenso, porque la cima no está arriba, está en aprender a ver luz donde antes solo veía fuego.

No hace falta ser gurú. A veces basta con decir, con voz serena y honesta:

“Yo también pasé por ahí y aún sigo caminando.”



martes, 12 de agosto de 2025

ESTO NO LO QUIERO

 


ESTO NO LO QUIERO

Por:
Felipe Cantarino Santillana    

Antes tragaba demasiado. Por educación, por miedo, por aguantar, por encajar en lugares que no eran míos. Me callaba lo que pensaba y aceptaba lo que no quería porque creía que así todo sería más fácil. Me equivocaba. Cada vez que cedía, me borraba un poco más, y un día me di cuenta de que casi no quedaba nada.

Ahora no. No porque me crea mejor que antes, sino porque ya he pagado demasiado caro sostener lo que no merecía ser sostenido. No acepto la autoexigencia que me quiere productivo hasta cuando duermo, ni las sonrisas que no siento, ni las conversaciones que no llevan a ningún sitio, ni los “¿cómo estás?” que son puro trámite social. Dejar de tragarse estas cosas no es rebeldía vacía, es salud mental. Es enseñarle al cuerpo que no debe acostumbrarse a lo que lo envenena.

No lleno mi agenda de compromisos que me alejan de lo que importa, no me siento en reuniones donde todos fingen, no me quedo en relaciones que me obligan a actuar. No acepto el “tienes que estar bien siempre”, ni el “no lo pienses tanto”, ni el “sé fuerte” cuando lo que necesito es llorar. Fingir roba tiempo, y el tiempo es el único recurso que no se recupera. Cada minuto invertido en mantener una máscara es un minuto robado a la vida real, y el reloj no espera.

No me comparo con vidas inventadas en pantallas, no me culpo por descansar, no me avergüenzo por querer algo distinto. No escucho consejos de quien nunca ha pisado el barro que yo he pisado, no cargo expectativas que no firmé y no me dejo moldear por patrones que otros dibujaron.

Porque cada vez que me tragaba todo eso, me tragaba a mí. Y no. Ya no. No lo negocio, no lo justifico, no lo explico para que encaje en la mente de otro. Elijo. Y lo que elijo es vivir sin tragarme mi verdad para no incomodar.

No tienes que cambiarlo todo hoy, pero puedes encender la mecha: decirlo, escribirlo, gritarlo si hace falta. Porque la primera vez que dices “esto no me lo trago más” es la primera vez que respiras sin deuda. Y esa respiración ya es el principio de una vida nueva.


miércoles, 25 de junio de 2025

ELIGE CON CONCIENCIA


 

ELIGE, PERO ELIGE CON CONCIENCIA

Por:
Felipe Cantarino Santillana 

Como coach, no vengo a decirte lo que hacer. No soy tu niñera emocional, ni tu salvavidas eterno. Mi trabajo no es tomarte de la mano y cruzarte la calle. Mi trabajo es mostrarte que vas directo al tráfico, y luego preguntarte por qué demonios insistes en seguir andando como si los coches fueran hologramas.

Puedes hacer lo que quieras, claro. Siempre puedes seguir al “por mis cojones” que grita dentro de ti. Pero cuando te pase por encima la realidad, acuérdate de algo: nadie te empujó. Fuiste tú quien se lanzó.

No esperes que un coach te aplauda el berrinche, ni te dé palmaditas en la espalda mientras te incendias. Un buen coach —uno de verdad— te va a mirar con calma, con respeto, y te va a decir: “Serénate. Piensa. Respira. Decide con la cabeza, no con la víscera.”

Porque hay un momento, siempre hay un momento, en que puedes parar. En que puedes elegir de nuevo. No porque seas débil si cambias, sino porque eres fuerte si lo haces con conciencia.

Escucha la voz que no está intoxicada por el caos del momento. A veces es la tuya, cuando por fin decides callar al ruido interno. Otras veces, es la de alguien que ya ha cruzado la calle, y sabe cuántos fantasmas quedaron atrapados en el asfalto.

Tú decides. Siempre tú. Pero no olvides esto: toda elección trae consecuencias. Y tarde o temprano, tendrás que tomarte un café con ellas.

lunes, 23 de junio de 2025

UNA HISTORIA




UNA HISTORIA

Por:
Felipe Cantarino Santillana 

En 2022, mi nombre se volvió tendencia por las razones equivocadas. Me acusaron en redes de algo que ningún tribunal probó. Me detuvieron durante 30 horas. Vi mi rostro convertido en diana viral, recibí insultos por miles, suposiciones disfrazadas de certezas. Me condenaron antes del juicio. Me callaron antes de escucharme. Y casi pierdo la voz.

Caí. Hondo. Perdí el centro. Caminé por la cuerda floja del pánico, con el suelo desintegrándose bajo mis pies. La incertidumbre fue mi sombra durante más de dos años. Me sentí invisible, desarmado, juzgado por el eco de una mentira que nadie quería cuestionar.

Y aunque me hubiera gustado decir que no me rendí, la verdad es que sí lo hice. Las visitas a urgencias, los psiquiatras, los psicólogos... empezaban a ser parte de mi rutina. No era resiliencia, era encierro. Me estaba girando hacia dentro, pero no para encontrar respuestas, sino para escapar.

Allí, en ese silencio forzado, encontré al niño que sobrevivió a su infancia. A toda la oscuridad que alguna vez me tocó atravesar. Recordé momentos, gestos, decisiones que un día me hicieron seguir adelante. Recordé lo que es el estoicismo. Y por pura casualidad —o tal vez no—, llegué a la mayéutica. Y allí encontré algo que no había en libros ni diplomas. El arte de parirse a uno mismo a través de preguntas que no consuelan, pero liberan. No salí ileso, más bien cicatrizado pero verdadero.

Estudiar la Mayeutika me sirvió, ante todo, para entender qué me estaba pasando. Porque cuando todo se derrumba, ya no necesitas teorías, necesitas sentido. Y el sentido no llega de fuera, se construye desde adentro.

Ahí descubrí que el dolor no siempre viene para destruirte. A veces, viene para reordenarte. Para que abandones la fantasía de ganar y abraces la verdad más cruda: sobrevivir es evolucionar. Adaptarse. Convertirte en alguien que no solo aguanta, sino que transforma el golpe en dirección.

Había cambiado. No porque quisiera. Sino porque ya no podía seguir siendo el mismo. Había aprendido a leer el mundo de otra manera. A acompañar sin imponer. A ver más allá del ruido. A callar para escuchar de verdad.

El día a día se volvió más silencioso en mi cabeza. Dejó de importarme lo que decían y pensaban de mí. Estaba tan ocupado encontrando mis propias respuestas que dejé de escuchar las palabras que venían de fuera. Pasó el tiempo, y llegó la sentencia que lo dejaba todo claro: las mentiras, tarde o temprano, caen por su propio peso. Era un momento importante, sí. No solo porque me exculpaba totalmente, sino porque confirmaba con hechos todo lo que por dentro ya había empezado a construir. Para quien no escucha pero sí juzga, ese papel era credibilidad pura. Ya no era solo una voz que se defendía: era la verdad respaldada por la ley.

Y esa verdad cambiaba las reglas. Ya no era impune atacar, insultar, despreciar por el relato de una persona. Ahora estaban los hechos sobre la mesa. Y con esa nueva coherencia entre lo interno y lo externo, supe que era hora de caminar en otra dirección. Fue ahí cuando decidí formarme para acompañar a otros. Como un hermano mayor en Alcohólicos Anónimos: ya conocía la senda que transcurre por el infierno.

Y, sin darme cuenta, esa mirada ya estaba ayudando a otros. Necesitaba ordenarla, ponerle nombre, y sobre todo, hacerla útil. Porque lo vivido tenía sentido si podía ser compartido.

lunes, 16 de junio de 2025

AFILAR EL HACHA: PREPARARSE


UNA LECCIÓN QUE POCOS VALORAN

Por:
Felipe Cantarino Santillana 

“Si tuviera seis horas para cortar un árbol, dedicaría cuatro a afilar el hacha.”

No esta muy claro si quizás fue un leñador exhausto quien dijo esto, pero se le atribuye a Abraham Lincoln y el mensaje no deja lugar a dudas: sin preparación, el esfuerzo se convierte en desgaste.

Este principio va más allá de la eficiencia. Es la inteligencia aplicada a la energía vital. Es PNL en acción: tu estado interno define tu impacto externo. Si no revisas tus creencias, tu enfoque y tu motivación, acabarás empujando con fuerza donde bastaba dirección.

Piénsalo un momento y mírate. Corriendo entre pendientes, acumulando logros y presiones, convencido de que más acción es mejor estrategia. Y tal vez lo sea… hasta que el cuerpo, la mente o el propósito dicen basta.

En la vida personal: tú eres tu principal herramienta

¿Sientes que todo cuesta el triple? Quizás no es fatiga. Es saturación. Invertir tiempo en ti mismo —reflexionar, planificar, sanar, elegir mejor— no es un lujo: es una necesidad estratégica.
Pregúntate:

1.-¿Qué rutina emocional me drena?
2.-¿Qué decisiones estoy tomando por impulso?
3.-¿Qué pasaría si me tomara un día para reordenar mis prioridades?

En las empresas: no se trata de correr más, sino de pensar mejor

No es raro ver organizaciones con mucho talento y potencial, pero atrapadas en la urgencia. Equipos que ejecutan sin descanso, pero sin tiempo para detenerse a pensar si están yendo en la dirección correcta.

En el mundo comercial, la confianza supera a la velocidad. Y la confianza surge cuando hay claridad, coherencia y visión.
Una empresa bien preparada se suele ver esto:

1.-Prioriza la formación.
2.-Escucha antes de actuar.
3.-Define desde la estrategia, no desde el miedo.

Los equipos que permiten espacios de reflexión avanzan más lejos que los que solo insisten en moverse sin pausa.

Prepararse no es perder tiempo. Es multiplicarlo. Es revisar el propósito, actualizar el enfoque y actuar desde la intención, no desde la urgencia.

“Algunos pasan la vida avanzando sin rumbo, mientras otros descubren que el verdadero poder está en detenerse, pensar y actuar con intención planificada.”

Antes de seguir por inercia, haz una pausa. La intención no es rendirse, sino para volver con el próximo paso claro, firme… y transformador.

Nota importante: "Tampoco caigas en la Parálisis por análisis" es tan malo una cosa como la otra

miércoles, 23 de abril de 2025

PODRIA VIVIR


Podría haber vivido si nuestros caminos jamás
se hubieran cruzado, ahora el presente y el destino
se empeñan en llevarme al sitio donde quererte es
tan necesario como el respirar.

Y respiro. Pero cada aliento lleva tu nombre
grabado en el reverso del silencio.
Como si el aire no bastara sin tu veneno,
como si la ausencia doliera más que la muerte.

Intenté huir de ti con las piernas del orgullo,
pero el alma, traicionera, siempre volvió arrastrándose.
Me dijeron que el amor es libertad,
y yo elegí tus cadenas, sabiendo que dolían.

Podría haber vivido…si,
pero ¿Cómo se sobrevive a alguien
que es al mismo tiempo hogar
y fuego que lo consume todo?